viernes, 5 de diciembre de 2008

El 133





Todos los días coincidían en el autobús 133. Se sentaban casi siempre en el mismo sitio, teniéndose el uno frente al otro. Él, un estudiante apasionado por su carrera, al que le gustaba leer y escribir cuentos fantásticos y poemas de amor, Ella una bonita joven con pelo moreno largo y mil sueños a flor de piel en su mirada azul.

Se miraban a hurtadillas, ninguno se decidía a dar el paso de saludarse y conocerse. Desde el primer momento en que se vieron, sintieron recorrer una descarga por su espina dorsal, algo que la gente suele llamar de manera ya gastada “flechazo”. Pero nunca se habían decidido a presentarse, quizás porque los dos por separado habían construido una imagen del otro que no tenían valor para descubrir si se parecía a la realidad o no. Porque el amor muchas veces hace que idealicemos a la persona que nos hechizó, y la realidad casi siempre es decepcionante. Así que decidieron seguir así, mirándose de vez en cuando, quizás una leve sonrisa apenas dibujada en la comisura de los labios. Luego, en soledad, él escribía apasionados poemas sobre ella (Luna y sol se besan en el eclipse/Ven, mujer, y deja que te ame/Aunque después tengamos que separarnos/Porque la vida suele ser cruel), y ella soñaba con su besos.

En el autobús él iba siempre escribiendo. La chica no imaginaba que él escribía sobre ella mientras la tenía delante, como para retener su imagen en palabras mientras la tenía a pocos metros de distancia. Ella miraba por la ventanilla, sólo para disimular que se le iban los ojos hacia el. Sólo coincidían dos paradas, él se bajaba antes. Le gustaba despedirse de ella con la imaginación (“Hasta mañana, preciosa”, decía en su imaginación), pasaba por su lado y aspiraba su perfume, una colonia con aroma de jazmines. Ella esperaba un leve roce, y eso era todo. Día tras día.


Él bajaba del autobús e iba a una cafetería justo al lado de la parada para tomar un café antes de la clase y para poner en orden el retrato en palabras de ella escrito minutos antes. “Hoy está especialmente hermosa con ese pelo suelto”, “hoy he visto un reflejo triste en sus ojos, quisiera llevármela lejos para que lo olvide”, “morir en el perfume de jazmines y las rosas de sus labios…”

Hoy hacía viento y estaba tan ensimismado en ella que casi se me pasa la parada. He guardado mis apuntes rápido. Ahora no encuentro el papel que he escrito hoy sobre ella. Juro que lo he guardado. Es como si me hubieran quitado algo de vida hoy, mi tiempo con ella en el bus es lo mejor del día. Miro a fondo en mi carpeta, mientras un camarero me sirve el café de siempre.
De pronto, a mi espalda, un aroma familiar me llega. Olor a jazmines. Y una voz que dice

“Hola, ¿buscas esto?”

1 comentario:

Anónimo dijo...

merecio la pena que te costara escribirlo....
no te olvido....
te echo de menos desde este frio
Djed